PADRE HAS DE NOSOTROS UN INSTRUMENTO DE TU PAZ
 

MORIR PARA VIVIR

Queridos hermanos en Cristo Jesús,
Hablar de vivir, hablar de morir, es hablar de dos temas que como simples palabras, al parecer se contradicen. Cualquiera que comprenda la palabra plana, podría decir que si vives no estas muerto y si estas muerto, no puedes estar vivo; mas pensar solo de esa manera, es pensar materialmente, es pensar terrenalmente como una simple realidad biológica.

Si la muerte la vemos como una negación de la vida, entonces vale lo que decía san Pablo: “comamos y bebamos, que mañana moriremos”, pues según la concepción vacía de la simple palabra, no hay nada mas que hacer.
Debemos entonces regresar toda la película y empezar a descubrir que hay en lo profundo de cada una de estas palabras; hay culturas que le han dado un sentido más alto: la muerte es una oportunidad de construir destino, es decir finalidad real y clara desde el saber que ocurre por algo y para algo.

Como Cristianos, la realidad de la muerte no puede ser contraria a la realidad que también es la vida, pues la muerte debe ser vista como un invento de la vida para poder dar sentido definitivo a una verdadera vida. En ese contexto, llegar a la muerte no es un objetivo-término, debe ser mejor un fin-meta, es decir el arribo a un punto del que se parte a otro en donde se nos acogerá definitivamente.

La muerte (que significa el fin ni significa ello), debe ser fiesta. Por ejemplo, San Francisco de Asís balanceó todas las cosas, desde oscuras a claras, viendo de esta manera la muerte como hermana que acompaña y no como enemiga que quita; así, mientras ocurría su trance cantaba salmos y alabanzas a quien lo recibiría, Dios mismo. Por ello al hablar que nuestra realidad no es vivimos para morir; sino morimos para vivir. Mejor aun con la muerte obtenemos la resurrección a la vida verdadera.

A partir de estas cortas claridades, concentrémonos en el morir para vivir.

Una primera forma de verlo es a partir de lo que estrictamente ocurre con nosotros; fijémonos en lo que nos dice Jesús "En verdad les digo: Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la destruye; Y el que desprecia su vida en este mundo la conserva para la vida eterna" (Jn. 12: 24-25). Con esta comparación, el Maestro nos lleva a entender claramente que en esta vida terrenal, somos semilla, que al morir (dejar de ser semilla, dejar de ser terrenos) y ser enterrados, brotamos en una nueva forma (la planta) que no es más que resucitar a la vida eterna, la misma semilla pero transformada.
Observemos ahora en II Timoteo lo que morir es para Vivir. "Si hemos muerto con él, con él también viviremos. Si sufrimos pacientemente con él, también reinaremos con él." (2 Tim. 2:11-12)

También morir para vivir, debe contemplarse que aun estando vivos terrenalmente, debemos morir en y para algunas cosas, por ejemplo “vivir como muertos al pecado y vivos en Cristo”. (Rm. 6:10-11).
Entonces si en vida debemos morir, pero continuando vivos, ¿a que es lo que debemos morir?. En nuestra vida terrena debemos hacer morir cosas que nos alejan de la vida definitiva y eterna, esas cosas son el pecado que nos aleja de Dios.

De nosotros depende que muera la falta de amor por Dios, el prójimo y por nosotros mismos, el odio, el rencor, el chisme, los pensamientos y las acciones impuras, el adulterio, la fornicación, la pereza, la gula, la mentira, la ambición yen general todo acto que va en contra de lo que Dios y su hijo nos han enseñado. Es definitivo, necesario e indispensable que nuestra vida muera a todo esto.
Ahora, ¿es fácil desde nuestra condición humana, hacer que todo esto muera?; la respuesta sin duda alguna es no!, pues tal y como somos creación de Dios, también somos objetivo del mal que cada vez se preocupa de tener mas y mejores estrategias para sucumbamos ante sus tentaciones.

Entonces, ¿Qué debemos hacer?. Ante nada, debemos reconocer que solos no venceremos y por ello necesitamos de una ayuda permanente, la ayuda del Paráclito, el Espíritu Santo. S.S. Juan Pablo II nos advierte con gran insistencia: "Tenemos que dejarnos guiar por el Espíritu Santo".

Cuando por medio de nuestra oración continua y fervorosa invocamos la ayuda del Espíritu, esta no se hace esperar, por el contrario acude de inmediato para defendernos de todo aquello que nos aleja de la vida verdadera; Y es que el poder de todo Cristiano debe ser la Oración, la invocación, la entrega a Dios; de esta manera venceremos en todo tiempo y momento la fuerzas del mal, esas fuerzas a las que debemos morir y que siempre buscaran herir nuestra fe y desviar el camino que Dios no ha trazado.

Si podemos morir a las ofertas de un mundo que nos absorbe constantemente, entonces viviremos para Jesús.

Hacer realidad esa vida demanda de nosotros una misión: “Amar a Dios con todo el corazón, el alma y las fuerzas y amar al prójimo, incluso a nuestros enemigos, como a nosotros mismos” (Lc. 6:27; 10:27); “hacer discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19); “ser sal de la tierra y luz en el mundo” (Mt. 5:13-14); “ser perfectos” (Mt. 5:48); “vivir en paz con el prójimo” (Mc. 9:59); “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Fl. 2:5).

Es así hermanos como abrimos los ojos a la vida y auque es una gran tarea la que Jesús nos ha dejado, gracias a Dios que contamos con su promesa sobre que no desfalleceremos porque ya "no hay ninguna condenación para los que están unidos a Jesús” (Rm. 8:10); “Para aquellos en cuyo corazón habita el Espíritu Santo, todo lo que merecíamos conforme a la ley, fue eliminado por la muerte y resurrección de Jesús” (Rm 8:1-4).

Vivir así "en el Espíritu" es algo maravilloso, es vivir de verdad, pues experimentamos la magnífica verdad: “no es uno el que vive, sino que es Cristo el que vive en uno” (Gál. 2:20).

En nuestro tiempo, pareciera que todo cuanto nos rodea es una prueba, un llamado de la muerte eterna, una limitación cada vez mayor a cumplir la voluntad de Dios; seguramente caeremos, pero también sabemos que al no estar solos, nos levantaremos y nunca mas ese abismo nos atraerá. Todos podemos tener esperanza, porque el poder del Espíritu Santo actúa en nosotros y su poder es ilimitado.

La patria Celestial es la meta de nuestra vida, es el propósito real para el que vivimos en este mundo. Fuimos creados para vivir con Dios viéndolo cara a cara, muriendo a la seducción del mundo y viviendo para la misión que nos ha encomendado. ¡El cielo es nuestro hogar! contemplemos a Jesús sabiendo, por fe que cuando El regrese en gloria, nos resucitará y nos llevará consigo.

Pensemos hoy en nuestro bautismo, ese fue el comienzo de nuestra marcha hacia el cielo. Con el nuestro ser interior, comienza a anhelar la plenitud de la vida, a sentirse atraída por ella. "no tenemos aquí ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura" (Hb. 13:14).

ORACION POR LAS VOCACIONES

Dios, Padre y Pastor
de todos los hombres,
Tú quieres que no falten hoy día,
hombres y mujeres de fe,
que consagren sus vidas
al servicio del evangelio
y al cuidado de la Iglesia.

Haz que tu Espíritu Santo
ilumine los corazones,
y fortalezca las voluntades de tus fieles,
para que, acogiendo tu llamado,
lleguen a ser los Sacerdotes y Diáconos,
Religiosos, Religiosas y Consagrados
que tu Pueblo necesita.

La cosecha es abundante, y los operarios pocos.
Envía, Señor, operarios a tu mies.

Amén
Oración por los sacerdotes
Autor: Padre Santiago Alberione


Jesús, Sacerdote eterno,
guarda a estos ciervos tuyos,
en el recinto Santo de tu Corazón,
donde nadie pueda hacerles daño alguno;

Guarda inmaculadas sus manos consagradas
que a diario tocan tu Sagrado Cuerpo;
guarda sin mancha esos corazones sellados
con el sublime carácter del Sacerdocio;

Haz que tu Santo amor los envuelva
y separe del contacto del mundo.

Bendice sus trabajos, con frutos abundantes,
y sean las almas por ellos dirigidas y administradas,
su consuelo y gozo aquí en la tierra
y después su hermosa corona en el cielo.
Amén
Oración por los jovenes.
Autor: Lorenzo González Kipper


¡Padre Santo! te pedimos por los jóvenes,
que son la esperanza del mundo.
no te pedimos que los saques de la corrupción
sino que los preserves de ella.

¡Padre! No permitas que se dejen llevar
por ideologías mezquinas.
que descubran que lo más importante
no es ser más, tener más, poder más,
sino servir más a los demás.

¡ Padre! Enséñales la verdad que libera,
que rompe las cadenas de la injusticia,
que hace hombres y forja santos.

Por en cada uno de ellos, un corazón universal
que hable el mismo idioma,
que no vea el color de la piel,
sino el amor que hay dentro de cada uno.

Un corazón que a cada hombre le llame hermano,
Y que crea en la ciudad que no conoce las fronteras,
Porque su nombre es universo, amistad, amor, Dios.
¡ Padre Santo! Cuida a nuestros jóvenes.
Amen
ORACIÓN POR LA PATRIA


Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
Oracion por la familia

Haz, Señor, que en nuestra casa, cuando se hable, siempre nos miremos a los ojos y busquemos crecer juntos; que nadie esté sólo, ni en la indiferencia o el aburrimiento; que los problemas de los otros no sean desconocidos o ignorados, que pueda entrar quien tiene necesidad y sea bienvenido.
Señor, que en nuestra casa sea importante el trabajo, pero no más importante que la alegría; que la comida sea el momento de alegría y de conversación; que el descanso sea paz del corazón y del cuerpo; que la riqueza mayor sea estar juntos.

Señor, que en nuestra casa el más débil sea el centro de la atención; que el más pequeño y el más viejo sean los más queridos; que el mañana no nos dé miedo, porque Dios siempre está cerca; que cada gesto esté lleno de significado; que te demos gracias por todo lo que la vida nos ofrece y tu amor nos da.

Señor, que nuestra casa sea el lugar de acogida como la casa de Marta, María y Lázaro en Betania.

Amén.
PADRE BUENO HAZ QUE NUESTRO CORAZÓN ARDA DE ALEGRÍA AL ESCUCHARTE HABLAR Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
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