PADRE HAS DE NOSOTROS UN INSTRUMENTO DE TU PAZ
 

UNA REFLECCION CON JEREMIAS





Jeremias 20, 7-13
7 Me has seducido, Yahveh, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido. He sido la irrisión cotidiana: todos me remedaban.
8 Pues cada vez que hablo es para clamar: «¡Atropello!», y para gritar: «¡Expolio!». La palabra de Yahveh ha sido para mí oprobio y befa cotidiana.
9 Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre.» Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía.
10 Escuchaba las calumnias de la turba: «¡Terror por doquier!, ¡denunciadle!, ¡denunciémosle!» Todos aquellos con quienes me saludaba estaban acechando un traspiés mío: «¡A ver si se distrae, y le podremos, y tomaremos venganza de él!»
11 Pero Yahveh está conmigo, cual campeón poderoso. Y así mis perseguidores tropezarán impotentes; se avergonzarán mucho de su imprudencia: confusión eterna, inolvidable.
12 ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
13 Cantad a Yahveh, alabad a Yahveh, porque ha salvado la vida de un pobrecillo de manos de malhechores.

ANALISIS DEL TEXTO
Jeremías es un profeta que durante cuarenta años camina con su pueblo, mostrándoles amor sincero. No obstante lo anterior, nadie hacia caso de su anuncio.
Debe anunciar al pueblo sobre la caída de Jerusalén y Judá, por lo que fue acusado de traidor y desterrado a Babilonia; allí le ofrecen una vida cómoda, pero el prefiere compartir la suerte de su pueblo.

Jeremías, siendo joven, amigo de sus amigos recibe la misión referida y aunque objeta no saber hablar, de nada le sirve, pues el Señor lo ha seducido a cumplir con la tarea que le ha sido encomendada, con lo cual el profeta se siente, mas que convencido, engañado y forzado. Pese a lo que siente y el quererse desentender de su misión, confiesa no poder hacerlo, pues la llamada es como un volcán, imposible de apagar.

Las calumnias, burlas, señalamientos e intentos por acabar con el, los cuales recibe constantemente de todos los que lo rodean, llevan al profeta a realizar una confesión, bastante lírica, del dolor y amargura que estas producen en su ser. Aun con su dolor, inspirado por el gran ardor que la palabra divina crea en su ser, Jeremías confía en Dios y su promesa.

La confianza que el profeta tiene, se fundamenta en su oración constante y que por su naturaleza, relaciona constantemente con sus ser y entrañas, de tal forma que vence de esta manera los obstáculos propios y ajenos, que a diario se oponen al cumplimiento de lo que le ha sido encomendado. A pesar de todo el mal que le desea su pueblo, el no pide revancha contra ellos y muy al contrario, muestra con sus palabras el deseo de bien, una invitación permanente a la alabanza y obediencia y la seguridad en la victoria de Dios.


EL HOY DE JEREMIAS EN NOSOTROS
En el mundo actual se imponen muchos sacrificios para quienes no dejándose atrapar por este, quieren vivir de manera diferente. En la Sagrada Escritura, la vida y la historia se proponen como un camino a recorrer guiados por Dios.

En este caminar es necesario sentirse seducido por el fin al cual conduce y no distraerse con otros posibles caminos que aunque también seductores, no conducen a donde somos llamados por el Creador. Esto lo entendió Jeremías, colocando la palabra que el era dada frente a su comunidad, quienes tenían otros centros de interés e incluso Jeremías, sintiéndose débil, no abandonó la misión encomendada.

Asumir hoy la misión profética que nos ha sido encomendada en el Bautismo, conduce con alguna frecuencia a la soledad y abandono; ser profeta es nadar muchas veces contra la corriente, ser el hazmerreír de los demás, incluso de los mas cercanos a nosotros. Entonces, ¿Qué debemos hacer?.

Convencernos que no estamos solos, recibir la fuerza de Dios, renunciando a nuestra debilidad; reconocer que el llamado es como un volcán que no se apaga y contemplar esas misma experiencias en Abraham, Jeremías y Jesús entre otros muchos, son un primer camino a no renunciar y por el contrario continuar siendo anunciadores de la buena nueva.

Vivimos en una sociedad que quiere dejar a Dios de lado, los cristianos no estamos de moda y aunque quizás en este País no suframos cárcel, fango o incluso el martirio, si somos presas de la indiferencia y el aparto social. Dios nos cuida y por este cuidado (como el que tuvo con Jeremías), las palabras y acciones que en el nombre de Dios ofrecemos al mundo, desde nuestro hogar, trabajo, vecindad y en todos los roles, serán la bandera que invitará al prójimo a unirse a la causa de Jesús: la salvación de todos los hombres”.

Como Jeremías, con perseverancia y confianza, verdadera confianza, será posible que el hombre actual y nosotros mismos retornemos a la casa del Padre; comencemos por trasmitir y vivir la seducción de Dios desde nosotros y con nuestra Iglesia doméstica, con acciones, demos vida al Evangelio, reconociéndonos débiles, pero sujetos de la fuerza que el Espíritu nos imprime cada día para continuar con la misión.

ORACION POR LAS VOCACIONES

Dios, Padre y Pastor
de todos los hombres,
Tú quieres que no falten hoy día,
hombres y mujeres de fe,
que consagren sus vidas
al servicio del evangelio
y al cuidado de la Iglesia.

Haz que tu Espíritu Santo
ilumine los corazones,
y fortalezca las voluntades de tus fieles,
para que, acogiendo tu llamado,
lleguen a ser los Sacerdotes y Diáconos,
Religiosos, Religiosas y Consagrados
que tu Pueblo necesita.

La cosecha es abundante, y los operarios pocos.
Envía, Señor, operarios a tu mies.

Amén
Oración por los sacerdotes
Autor: Padre Santiago Alberione


Jesús, Sacerdote eterno,
guarda a estos ciervos tuyos,
en el recinto Santo de tu Corazón,
donde nadie pueda hacerles daño alguno;

Guarda inmaculadas sus manos consagradas
que a diario tocan tu Sagrado Cuerpo;
guarda sin mancha esos corazones sellados
con el sublime carácter del Sacerdocio;

Haz que tu Santo amor los envuelva
y separe del contacto del mundo.

Bendice sus trabajos, con frutos abundantes,
y sean las almas por ellos dirigidas y administradas,
su consuelo y gozo aquí en la tierra
y después su hermosa corona en el cielo.
Amén
Oración por los jovenes.
Autor: Lorenzo González Kipper


¡Padre Santo! te pedimos por los jóvenes,
que son la esperanza del mundo.
no te pedimos que los saques de la corrupción
sino que los preserves de ella.

¡Padre! No permitas que se dejen llevar
por ideologías mezquinas.
que descubran que lo más importante
no es ser más, tener más, poder más,
sino servir más a los demás.

¡ Padre! Enséñales la verdad que libera,
que rompe las cadenas de la injusticia,
que hace hombres y forja santos.

Por en cada uno de ellos, un corazón universal
que hable el mismo idioma,
que no vea el color de la piel,
sino el amor que hay dentro de cada uno.

Un corazón que a cada hombre le llame hermano,
Y que crea en la ciudad que no conoce las fronteras,
Porque su nombre es universo, amistad, amor, Dios.
¡ Padre Santo! Cuida a nuestros jóvenes.
Amen
ORACIÓN POR LA PATRIA


Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
Oracion por la familia

Haz, Señor, que en nuestra casa, cuando se hable, siempre nos miremos a los ojos y busquemos crecer juntos; que nadie esté sólo, ni en la indiferencia o el aburrimiento; que los problemas de los otros no sean desconocidos o ignorados, que pueda entrar quien tiene necesidad y sea bienvenido.
Señor, que en nuestra casa sea importante el trabajo, pero no más importante que la alegría; que la comida sea el momento de alegría y de conversación; que el descanso sea paz del corazón y del cuerpo; que la riqueza mayor sea estar juntos.

Señor, que en nuestra casa el más débil sea el centro de la atención; que el más pequeño y el más viejo sean los más queridos; que el mañana no nos dé miedo, porque Dios siempre está cerca; que cada gesto esté lleno de significado; que te demos gracias por todo lo que la vida nos ofrece y tu amor nos da.

Señor, que nuestra casa sea el lugar de acogida como la casa de Marta, María y Lázaro en Betania.

Amén.
PADRE BUENO HAZ QUE NUESTRO CORAZÓN ARDA DE ALEGRÍA AL ESCUCHARTE HABLAR Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
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